martes, 28 de enero de 2020

Juego de Cromos (06): ¿Qué pasa con la basura en Leganés?

Primer asunto local en #JuegodeCromos. Quizás el que ahora mismo más preocupe a nuestros vecinos y vecinas. Os dejo con el podcast y, como siempre, para los que no quieran escucharlo con el relato del programa. El enlace al podcast en el pie de fotografía.

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JDC 06: El problema de la basura en Leganés
Parece que la recogida de residuos sólidos urbanos en Leganés está siendo un problema. Muchos son los partidos políticos en la oposición y periodistas que raro es el día que no sacan un tuit referido a este asunto. 
Hoy trataremos de analizar los antecedentes y cuál es su solución. Comenzaremos en el último mandato de Ráez (2003-2007) cuando el concejal Francisco Arroyo era el delegado en la materia. Los mandatos de Ráez se han caracterizado por sus empujes en determinadas materias. No fueron mandatos de grandes inversiones en edificios (tenemos ejemplos muy cercanos a nuestro alrededor como Getafe, Alcorcón o Fuenlabrada que sí lo hicieron) y antes se prefería invertir en otras infraestructuras básicas para el funcionamiento de la ciudad. A pesar de lo anterior, se realizaron edificios modestos y no tan modestos como centros cívicos, la casa del Reloj, el nuevo edificio consistorial, amén de la ya finalizada Biblioteca Centra. Pero, como he dicho los mandatos de Ráez se caracterizan por empujes a determinados asuntos. En Durante el primer mandato primaba más lo cultural (centros cívicos como el Saramago y las esculturas de las rotondas lo atestiguan). Desde 1995 y, sobre todo desde 1999, el acento se puso más en la ciudad, sobre todo en la limpieza de la ciudad. Fruto de esta prioridad encontramos los proyectos de recogida neumática de Zarzaquemada, aprovechando el diseño de un nuevo barrio como Leganés Norte, los contenedores de carga lateral y un esfuerzo ímprobo en la limpieza diaria de nuestras calles. Durante la legislatura 1995-1999 se desarrollaron las obras de la recogida neumática (es decir, esas instalaciones tienen ya más de 20 años). En aquellos momentos el PSOE tenía 10 concejales (su peor resultado en aquel momento). Todo parecía vaticinar que aquel proyecto se iba a llevar la alcaldía por delante. Pero la ciudadanía valoró el esfuerzo que se realizó sobre todo en este campo y en 1999 el PSOE consiguió su última mayoría absoluta (crecimiento sobre todo a costa de IU). 
¿Qué quiero decir con todo esto? Que para la ciudadanía es muy importante la gestión de los residuos sólidos urbanos, la limpieza de nuestras calles, el estado de nuestras aceras y de nuestras calles. Este elemento es común tanto en los votantes de izquierdas como de derechas. Quizás no te haga ganar elecciones, pero puede ayudar a que pierdas. 
Durante los siguientes mandatos (1999-2003 y 2003-2007) el esfuerzo económico se realizó más que en infraestructuras (salvo en parques y jardines) en los contratos públicos de limpieza viaria, recogida de residuos sólidos urbanos, pero también en mantenimiento de parques y jardines. Y ese esfuerzo económico se notó sobremanera en la ciudad. Comparados con las ciudades de alrededor, Leganés era con diferencia la ciudad más limpia y más verde. Se realizaron mejoras en los parques de El Carrascal, en Los Frailes, en Leganés Norte, en Campo de Tiro, en Leganés central. A finales de 2007 alcanzamos la nada desdeñable cifra de 45 m2 por habitante de zonas verdes. Nuestras calles aparecían muy limpias. 
Llegó entonces el mandato de Rafael Gómez Montoya (2007-2011) y volvió a retomarse la inversión en infraestructuras y ligeras mejoras en los contratos de mantenimiento de la vía pública y de recogida de basuras. Sobre todo este mandato destacó por las inversiones en las zonas interbloques de prácticamente todos los barrios de Leganés. Ayudaron mucho los planes Zapatero, todo hay que decirlo. Miguel Fernández Gil fue el concejal delegado encargado de realizar estos planes. Las acometidas de las zonas interbloques tenían un doble objetivo: el primero arreglar las zonas deprimidas con el paso del tiempo para que, de esta manera fueran más fáciles de mantener y de limpiar (además de embellecer esos espacios); el segundo objetivo, quizás incluso más importante, fue el de seguridad. Se eliminaron elementos en los que se podían ocultar atracadores (como los setos que existían por toda Zarzaquemada o San Nicasio). También se diseñaron en las zonas interbloques vías de evacuación por las que pudieran pasar los vehículos de emergencia. El resultado fue premiado en todas y cada una de las encuestas que se realizaban. Ese fue el mandato en el que una encuesta dio la mayor nota en gestión en la historia de la democracia: notable alto. Algo que luego no se acompañó en los resultados electorales. 
Hasta este momento en la historia de Leganés había un elemento en común que se dinamitó a finales de este mandato. Toda esta gestión se realizó durante las “vacas gordas” de la economía española. El Ayuntamiento de Leganés llegó a tener un presupuesto de hasta 220 millones de euros. Pero la crisis económica llegó y sus consecuencias comenzaron a notarse durante el último año y los dos mandatos siguientes, que a continuación pasaremos a analizar. 
El PSOE perdió de nuevo unas elecciones, pero esta vez la derrota les llevó a tener tan sólo 8 concejales, lo que supuso que el PP, como partido más votado, ocupara la alcaldía de Leganés con Jesús Gómez Ruiz. Aunque el Ayuntamiento de Leganés fuera un ayuntamiento saneado, notó el azote de la crisis económica y 2011 fue el primer año que se cerró con remanente negativo de tesorería (es decir, habíamos gastado más de lo que habíamos ingresado) y el primer presupuesto que elaboró el Partido Popular estuvo muy marcado por esto. El presupuesto del Ayuntamiento de Leganés bajó de 220 millones de euros a 190 millones de euros. En aquel momento el comportamiento de los partidos políticos de la oposición (PSOE e IU –ULEG en un primer momento apoyaba el gobierno del PP) fue el de arrimar el hombro. Conscientes de las dificultades económicas, se abstuvieron para facilitar un presupuesto más adaptado a la realidad de aquel momento, a pesar de ser un presupuesto difícil de digerir. El PP comenzó a estudiar cómo ahorrar en los contratos de mantenimiento de la ciudad, entre otros. La decisión que tomaron fue la de aunarlos en un solo contrato tanto jardinería, como mantenimiento de vía pública y un gran contrato de limpieza y recogida de residuos sólidos urbanos. Para ello tomaron la que yo creo que fue la peor decisión. Dejaron caducar los contratos en vigor y comenzaron a aparecer los reconocimientos extrajudiciales de crédito (que para que nuestros oyentes nos entiendan es el pago de facturas a empresas sin contrato en vigor de servicios de los que se decide su continuidad). En el último año del mandato se sacaron adelante por fin todos los contratos. En todos ellos se ahorró mucho dinero, pero las consecuencias son la que, cinco años después, estamos viendo en la calle. Aquéllos contratos supusieron por ejemplo que haya menos barrenderos por las calles. Para que se hagan nuestros oyentes una idea, donde antes había 9 personas para limpiar un distrito, ahora hay 5. También los adjudicatarios de los contratos han ahorrado en material empleado, o este material es de peor calidad. El resultado es que las calles cada vez están más sucias. Además, en la recogida neumática se ha realizado un escaso mantenimiento y tras cuatro años, como hemos leído esta última semana, el sistema está en unas condiciones lamentables. 
En 2015 llegó un nuevo gobierno del PSOE con Santiago Llorente Gutiérrez. Los contratos estaban ya firmados y tuvimos que lidiar con la herencia recibida del PP. Un contrato con contenedores sin pedal (en un principio incluso sin tapa), un contrato de mantenimiento de vía pública muy limitado económicamente… y un sinfín de problemas con los que tenía y tiene que lidiar Francisco Javier Márquez. Es cierto que transcurridos 4 años podíamos realizar nuevos contratos con mejores condiciones, pero aunque la situación económica era bastante mejor, todavía no se llega a los niveles pre crisis. Además durante el mandato 2015-2019 las prioridades del equipo de gobierno del que yo formé parte eran sobre todo sociales, es decir, invertir más en las personas que en la ciudad y en el único presupuesto aprobado durante el anterior mandato, el dinero empleado para la limpieza viaria y recogida de residuos sólidos urbanos era prácticamente el mismo. El incremento presupuestario se empleó sobre todo en Servicios Sociales, en el sentido más amplio del término (asuntos sociales, educación, deportes, juventud, mayores, igualdad). 
¿Cuál es la solución? Sólo hay una posible solución para volver a alcanzar la excelencia que dejó el gobierno de Rafael Gómez Montoya y José Luis Pérez Ráez. Invertir más dinero para que los nuevos contratos tengan más personal limpiando las calles, recogiendo nuestra basura. Para que las empresas hagan un mantenimiento adecuado de la recogida neumática. Eso significa optar, porque si incrementamos estas partidas (partidas por ciertos en las que se gasta muchísimo dinero) hay que reducir otras. Como siempre digo, la economía es la gestión de los recursos escasos o limitados. Y en este caso, nuestros ingresos, nuestro nivel impositivo limita cuánto dinero debemos gastar. Y aunque nos parezca que pagamos muchos impuestos, os puedo asegurar que nuestro nivel impositivo es más bien tirando a bajo si nos comparamos con las ciudades de nuestro alrededor. 
Podemos ahora empeñarnos en sacar más jugo a las empresas que trabajan actualmente en el Ayuntamiento de Leganés, pero la realidad es que eso parchearía el problema. La única solución es gastar más dinero en limpieza. Al principio he dicho que para la ciudadanía es muy importante la gestión de los residuos sólidos urbanos, la limpieza de nuestras calles, el estado de nuestras aceras y de nuestras calles. Es verdad que gobernando no se puede perder nuestra identidad: las políticas sociales. Pero si de verdad el PSOE no quiere perder las próximas elecciones ha de empezar a poner solución a este problema. Hacerlo bien en este campo puede que no te garantice que se gane. Hacerlo mal sí que puede llevar a perder unas elecciones. 

miércoles, 15 de enero de 2020

Juego de Cromos (05): Las claves en la investidura de Pedro Sánchez

Aquí os dejo el relato del último capítulo de Juego de Cromos en LGN Radio que, como siempre, podéis también escuchar siguiendo el link junto a la fotografía.

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Juego de Cromos (05): Las claves en la investidura de Pedro Sánchez

  1. ACUERDO CON PODEMOS 48 HORAS DESPUÉS DE LAS ELECCIONES GENERALES 
Tras los resultados de las elecciones generales, tal y como ya hemos analizado en programas anteriores, tan sólo dejaban dos caminos posibles para garantizar cierta estabilidad en el gobierno: Uno, el más improbable visto el desarrollo de la campaña electoral, era una gran coalición del PSOE con el PP. El segundo, más verosímil, era un acuerdo con Unidas Podemos. 
Estoy seguro que Pedro Sánchez y su equipo más cercano trabajaron durante la campaña los diferentes escenarios posibles. Tras la sentencia del process y la caída en intención de voto del PSOE encuesta tras encuesta, parecía imposible un escenario de gobierno en solitario. Tocaba pues ceder y formar un gobierno en coalición con Unidas Podemos. Que para ellos sólo existiera este escenario (descartada la gran coalición) fue lo que hizo que Pedro Sánchez llamara a la mañana siguiente a Pablo Iglesias para terminar en un par de días de culminar lo que no se culminó en las anteriores negociaciones. Para ello, había que elegir dos equipos negociadores con poca gente para evitar filtraciones y que no hubieran tenido grandes roces en las anteriores negociaciones. 
Sin vetos a personas fue más fácil de llegar a un acuerdo y, visto el resultado, no estaba muy alejado de lo que Podemos en su día rechazó etiquetándolo como humillante. Esto podría confirmar que el gran escollo en las anteriores negociaciones fue precisamente el veto a Pablo Iglesias. 
Que se alcanzara un acuerdo en tan sólo 48 horas provocó el comportamiento del resto de actores políticos. Podríamos agruparlos en tres: los que querían la gobernabilidad de España a toda costa (PNV y partidos regionalistas progresistas); los que querían dinamitar la entrada de Podemos en las instituciones a pesar de sacrificar la gobernabilidad de España (PP, Cs, VOX y los partidos regionalistas conservadores); y los partidos independentistas que buscan la inestabilidad de España para alcanzar sus objetivos (JxC y la CUP). Tan sólo un grupo político quedaría fuera de esta clasificación, ERC, que buscaba una alternativa que le sirviera para diferenciarse de su socio de gobierno en Cataluña y, además, se vislumbrara una salida política que pudiera servir para atemperar el conflicto catalán, visto que podían ganar las próximas elecciones autonómicas.

  1. EL COMPORTAMIENTO DE PP Y CIUDADANOS. 
El PP venía de una campaña electoral donde rebajó su discurso de confrontación. Las tesis de los partidarios del centrismo habían ganado la batalla dialéctica y Pablo Casado intentó diferenciarse del discurso de VOX, más extremista. El comportamiento electoral parecía haberles dado la razón y el PP recuperó 23 escaños. "Vamos a ver ahora qué plantea Pedro Sánchez, y después ejerceremos nuestra responsabilidad, porque España no puede seguir más tiempo bloqueada" declaró la noche electoral Pablo Casado. Este mensaje era lo suficientemente ambiguo como para poder encajar en los dos posibles escenarios, tanto en el de la gran coalición como en el de la oposición a un acuerdo progresista. Al optar desde un primer momento Pedro Sánchez por la coalición progresista, el PP se situó en un escenario complicado para ellos. A pesar de que algunas voces optaban por una abstención técnica y tratar de evitar una dependencia de los partidos independentistas del futuro gobierno de España, la posición oficial del Partido fue confrontar con el PSOE y volver de nuevo al lenguaje que les llevó al fracaso en las elecciones del 28 A. Esto se escenificó claramente en el debate de investidura. Esta vez se trataba más de una cuestión estratégica pues su objetivo impedir que VOX se erigiera como el partido principal en la oposición. Esta cuestión se ha visto más clara después del debate de investidura, pues el PP vuelve de nuevo a tratar de ganar espacio más en el centro derecha y tratar de nuevo de representar tanto al centro derecha como a la derecha extrema a través de “España Suma” coalición en la que se integraría tanto VOX como Ciudadanos y los partidos regionalistas conservadores. 
Ciudadanos quedó muy tocado tras las elecciones, pasando de 57 a 10 diputados. Tras la dimisión de Albert Rivera, era Inés Arrimadas quien cogía provisionalmente el testigo. Ciudadanos tenía dos opciones: A pesar de tener tan sólo 10 votos, su posicionamiento podía ser influyente a la hora de conformar el gobierno si, como todo parecía, el bloque progresista podía alcanzar la cifra de 170 diputados, sin contar con los partidos independentistas. En un primer momento trataron de poner en la agenda política la posibilidad de una gran coalición de gobierno entre partidos “constitucionalistas” (PSOE, PP y Ciudadanos). Pero esta posibilidad se frustró desde el primer momento porque, como hemos dicho, Pedro Sánchez optó por conformar un gobierno progresista. En medio de su propia crisis Ciudadanos no se movía de esta posición inicial y fue la única fuerza que defendió esta posible situación en el debate de la investidura, amén de la desacertada referencia de Inés Arrimadas llamando a un “tamayazo” dentro de las filas socialistas. Su posición en el debate de investidura les aboca a desaparecer y ser absorbidos tanto por VOX como, principalmente, por el PP. 

  1. LOS ACUERDOS CON LOS PARTIDOS REGIONALISTAS Y EL ACUERDO CON EL PNV. 
Pero para que la investidura triunfara (PSOE y Unidas Podemos tan sólo suman 155 diputados) eran necesarios una gran cantidad de acuerdos por PNV, partidos regionalistas progresistas y, en última instancia Ciudadanos o ERC. Con algunos partidos regionalistas iba a resultar muy sencillo sumarlos a la coalición, así fue con el voto favorable de Teruel Existe (sus tesis ya estaban contempladas en el acuerdo de Unidas Podemos y, además, defendió la gobernabilidad durante la campaña electoral) y los votos de Más País, Compromís, BNG y Nueva Canaria. También parecía resultar muy sencillo lograr el apoyo del PRC, e incluso de Coalición Canaria. Ninguno de estos partidos apostaba por paralizar la gobernabilidad de España y menos (salvo CC) de un gobierno progresista. 
A nadie se le escondía que la cifra que daba opciones de gobierno era superar los 165 votos en contra que seguro iban a tener. La cifra estaba ya en 163. Faltaba pues conseguir el apoyo del PNV que les dispararía a los 169 votos favorables. El PNV siempre ha sido un partido muy práctico en las investiduras. Se trata de un partido que ha pactado tanto con el PSOE de Felipe González o José Luis Rodríguez Zapartero, como con el PP de José María Aznar o de Mariano Rajoy. Esta vez no iba a ser menos y finalmente alcanzó un acuerdo con Pedro Sánchez con objetivos realistas y fáciles de conseguir, que benefician principalmente a las comunidades autónomas donde tienen apoyo: Euskadi y Navarra. 
Cualquiera podía ver que, una vez alcanzada esa cifra, era necesario al menos 13 abstenciones y sólo un partido político las podía garantizar: ERC. No entiendo por tanto el giro de última hora de la diputada de Coalición Canaria o del PRC. El escenario estaba claro desde el principio de las negociaciones y tan sólo una variación de Ciudadanos o la abstención del Partido Popular podían cambiarlo. 

  1. LA ABSTENCIÓN DE ERC Y EH BILDU. 
Ya tan sólo faltaba un paso para alcanzar la investidura. Conseguir 13 abstenciones y matemáticamente sólo había un partido político que las podía garantizar ERC. Era lógico por tanto que el PSOE lo intentara. 
Quiero hacer aquí un paréntesis y recordar que un escenario parecido podría haberse planteado en abril de 2019 y Pedro Sánchez no lo quiso ¿Por qué? Según mi opinión, porque en aquel momento las verdaderas intenciones de Pedro Sánchez no era formar una coalición inestable parlamentariamente con Unidas Podemos, sino un acuerdo estable con Ciudadanos y estuvo toda esa corta legislatura esperando algún movimiento que acercara a Ciudadanos al Partido Socialista. Pero Albert Rivera ni siquiera quiso sentarse con Pedro Sánchez, quizás porque Albert era consciente del único resultado posible tras esas conversaciones y para nada quería apartarse de su principal objetivo en aquel momento, que no era otro que sorpassar electoralmente al Partido Popular. 
Lo que no imaginaba Pedro Sánchez era que el principio de acuerdo con ERC iba a causar bajas en los 169 diputados garantizados. El primero en desmarcarse fue PRC de Revilla que salió con un discurso improvisado contra los partidos independentistas. Movimiento que no puede entenderse desde la lógica parlamentaria sino como una estrategia a corto/medio plazo del propio partido cántabro. Elección tras elección este partido político es el fiel de la balanza izquierda-derecha en su Comunidad Autónoma y, aunque gana las elecciones, siempre necesitará apoyo de alguno de los dos grandes partidos. Por ahora el elegido siempre ha sido el Partido Socialista, pero los resultados electorales del PSOE cántabro cada vez garantizan menos la gobernabilidad y creo que el PRC no quiere transformarse en “enemigo” del resto de formaciones políticas. Además, Coalición Canaria optó por la abstención y no por el voto favorable. 
Estas dos bajas del gobierno de coalición hacían que también fueran importante, no sólo la abstención de ERC, sino también la abstención de EH Bildu. Ya en abril de 2019 Bildu apostó por una abstención si ésta servía para garantizar un gobierno progresista en España. Y esta vez no iba a ser menos, una vez firmado el gobierno en coalición con Unidas Podemos. 
Estos comportamientos son los que nos han dado el escenario final que ha hecho que Pedro Sánchez vuelva a ser de nuevo Presidente del Gobierno de España. 

jueves, 2 de enero de 2020

Juego de Cromos (04) ¿Por qué Ciudadanos ha caído en desgracia?

Os subo el texto que ha servido como relato para el último Juego de Cromos del año 2019 y que podéis escuchar siguiendo el enlace, pinchando en la fotografía. ¡Feliz 2020!

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Juego de Cromos (04): La caída de Ciudadanos

Como siempre, lo primero que haremos, es analizar el punto de partida. Y ese no es otro que buscar la definición del partido Ciudadanos. Es cierto que en el anterior programa a VOX lo definí como el resto de partidos lo veían. Esta vez lo voy a hacer según ellos mismos se definen, pues ayudará a entender comportamientos posteriores.

Ciudadanos en su fundación (2006) se definía como un partido socialdemócrata, laico y republicano. Pero con esa definición no estaban cómodos algunos dirigentes de Cs, entre ellos Albert Rivera. El sueño de Albert Rivera era emular a Macron. Para ello necesita un partido con una definición que no cayera en la denominación de alguno de los dos bloques (socialdemócrata y conservador). Por eso, en su asamblea de 2017, Albert Rivera propuso una nueva definición del partido: como “un partido de centro, liberal, progresista y aconfesional”. El liberal-progresismo ya fue un término que intentó de alguna manera acuñar UPyD. Amén de los apellidos, hay dos cambios significativos que le han hecho encajar de una mejor manera con la España de centro-izquierda y de centro-derecha: 
    • Pasó de ser un partido laico a un partido aconfesional. El cambio no es baladí pues eso le permitía entre otras cosas no entrar en debates sobre los colegios concertados en manos de la Iglesia o en la necesidad de las asignaturas de Religión obligatorias. 
    • Dejó de destacar sus postulados republicanos (esto ya lo hizo el PSOE en 1978). Eso no significa que abandonen su republicanismo (al igual que el PSOE) sino que aceptan la monarquía parlamentaria de la Constitución española. Como dice el propio Albert Rivera “mientras el Rey no se meta en política, todo va bien”. 

¿Por qué creció tanto, a partir de 2012? Ciudadanos supo ver la oportunidad que se le presentaba para poder crecer como partido liberal, regenerador y constitucionalista. El caldo de cultivo de la política española le era muy propicio: el unilateralismo independentista en Cataluña, la aparición de Podemos, el desconcierto en el que se encontraba el Partido Socialista y la corrupción del Partido Popular. Todos estos factores a la vez son los que aprovechó Ciudadanos para que su discurso calara hondamente en el centro-izquierda, centro-derecha e incluso en la derecha sociológica (esto último ya lo analizamos en parte en el anterior programa). Ciudadanos se situó en un punto en el que podríamos considerarle partido bisagra, desplazando de ese papel a Convergencia. Esta situación le facilitaría poder optar para influir en el Gobierno o incluso para gobernar tanto con el PSOE como con el PP sin que sus bases de voto sufrieran grandes vaivenes. 

Hay que recordar que todas las encuestas, antes de la moción de censura a Mariano Rajoy, daban como partido más votado precisamente a Ciudadanos. Y aquella moción de censura, como veremos más adelante, hizo que Albert Rivera cambiara de raíz los objetivos por los que este partido se había fundado. Unas semanas antes de la moción de censura, el promedio de encuestas en España situaba a Ciudadanos a la cabeza con un 25% de los votos. En las elecciones del 10-N, Ciudadanos perdió algo más de 2,5 millones de votos, pasando de 57 a 10 escaños; de casi el 16% de los votos el 28 de abril a no llegar al 7% 

Esta situación que ocupaba en aquel momento era similar a los partidos liberales alemán, británico o sueco. Pero Albert Rivera quería romper esos techos (que se sitúan entre el 5 y el 15 por ciento) y emular a Macron. Quería alzarse como el partido hegemónico del centro-derecha y de la derecha española. Esa ambición por crecer demasiado deprisa es una de las causas para entender la debacle en las últimas elecciones. El sistema electoral francés es elección de candidato único, a doble vuelta, lo que a Macron le facilitó el sorpasso al partido conservador francés y recoger en una segunda votación el voto del centro-derecha y de la derecha. En España al tratarse de una monarquía parlamentaria y de elección proporcional de una lista cerrada, impide que en un corto plazo un partido hegemónico y tan implantado territorialmente como fue el PP desaparezca. 

El segundo aspecto a destacar es la oportunidad perdida en las elecciones de abril de este año que acaba de pactar gobierno con Pedro Sánchez. Como hemos visto anteriormente Ciudadanos se definía como un partido progresista reformista. Simplificando mucho, una buena parte de la ciudadanía veía este partido como la pesa de la balanza que impediría tanto al PP como al PSOE de caer en defectos del pasado cuando ambos partidos tuvieron mayorías absolutas, así como la pieza que impedíría que partidos nacionalistas fueran el fiel de esa balanza. Tras las elecciones de abril Ciudadanos y PSOE sumaban la nada desdeñable cifra de 180 diputados, suficientes para tener una legislatura estable. Esta sólida mayoría le otorgaba a Ciudadanos una notable influencia en las políticas y una posición relevante de Albert Rivera en el Gobierno. De haberse materializado este acuerdo, se hubiera satisfecho la máxima aspiración de un partido que es gobernar. Pero el partido de Albert Rivera tuvo en esa campaña un error de cálculo. La ambición de Albert Rivera tras la moción de censura, de poder superar al PP y convertirse, en el peor de los casos, en el principal partido de la oposición, hizo que este partido planteara durante la campaña y las consultas para conformar gobierno, el veto a Pedro Sánchez. Sus anteriores objetivos quedaron desde aquel momento supeditados. Esto es un comportamiento a todas luces irracional desde la perspectiva de los objetivos del partido, que solo puede explicarse por la sumisión del mismo a su líder, algo propio de la política moderna y en especial de los partidos de naturaleza carismática. 

Para reemplazar al PP como gran partido de centroderecha, Ciudadanos necesitaba dos palancas: mantener un nivel elevado de polarización sobre el eje nacional, alimentado por la crisis catalana, y extender territorialmente una organización que disputara al PP su electorado más fiel. Una combinación que exigía tiempo, mientras que las encuestas le elevaban hasta cerca del 30% en la primavera de 2018. Rajoy podría haber pinchado aquel globo —con un alto riesgo ya para el PP—, pero fue Pedro Sánchez quien trajo el cambio político con una coalición parlamentaria heterogénea de la que Ciudadanos, aplicando la coherencia con su nueva estrategia, decidió excluirse. 
Este fue su primer error estratégico porque, tras la moción de censura, ya no competía con el PP por encabezar el Gobierno, sino por ser el principal partido en la oposición. Además, la polarización sobre Cataluña alimentaba una opción aún más radical en el eje nacional y la aparición de Vox también le trastocó esa palanca. 

Aún así, Ciudadanos tuvo tres oportunidades para cambiar el plan, posibilitando mayorías alternativas en las elecciones municipales en Madrid o Barcelona, formando Gobierno con Susana Díaz en Andalucía, Comunidad de Madrid o Murcia, o como hemos visto con Sánchez en La Moncloa. Al rechazar las tres, dio todo el protagonismo a Vox y a los independentistas. 
Como vimos en el anterior programa, la emergencia de Vox hizo que Ciudadanos dejase de ser el principal beneficiado de la polarización independentista catalana. En los meses posteriores al 1 de octubre de 2017, Ciudadanos logró ascender hasta 10 puntos porcentuales en las encuestas, ya que era percibido por una parte importante del electorado como el partido mejor capacitado para hacer frente al independentismoPrecisamente este incremento en la polarización de la que, en principio, se estaba aprovechando Ciudadanos, provocó que subiera notablemente, un partido que se alimenta todavía más de una polarización creciente y cuyas propuestas son atractivas para los sectores más exacerbados del nacionalismo español. 

Resulta paradójico que los mismos acontecimientos en Cataluña que permitieron a Ciudadanos soñar con el Gobierno de España han llevado al partido al borde del precipicio, visibilizando sus dilemas y sus contradicciones. 

Además, hay que tener en cuenta el cambio de estrategia de Casado y el Partido Popular en las elecciones de noviembre, virando sus discursos a cooptar a los votantes moderados del centro-derecha (aunque, como vimos en anteriores programas sin abandonar su posición frente al conflicto catalán). Ambas situaciones hicieron un emparedado con Ciudadanos que perdió votos por ambos frentes. 

En conclusión, los errores estratégicos de Ciudadanos cuando lo tenía todo a favor son los que han provocado la notable caída del partido de Albert Rivera (tan sólo le supera la debacle de UCD). El veto al PSOE de Pedro Sánchez, la moderación de discurso del Partido Popular, la radicalización de la cuestión catalana y el ascenso de Vox y la ambición desmesurada de Albert Rivera por transformar Ciudadanos en el partido hegemónico del centro-derecha son las explicaciones más plausibles para entender por qué Ciudadanos ha caído en desgracias.