Decía Maquiavelo que "el fin justifica los medios" y el Partido Popular ha hecho de este pensamiento su manera de gobernar esta ciudad.
¿Cuál fue su fin el pasado martes? Conseguir a toda costa que los presupuestos municipales fuesen rechazados para que la Junta de Gobierno Local los aprobase inicialmente. Pero ¿por qué? Porque de esta manera el Pleno pierde el control y la decisión de las alegaciones y reclamaciones y así poder realizar unos presupuestos a su antojo. Es decir, obviar la representación democrática del Pleno para aplicar la dictadura del alcalde y su Junta de Gobienro Local.
Dos partidos políticos presentamos votos particulares a los Presupuestos a través de una enmienda a la totalidad y devolución de los Presupuestos de nuevo para su elaboración siguiendo las líneas maestras que podrían haber llevado a unos presupuestos, en nuestro caso, más progresistas, que ataquen directamente el problema del desempleo, de la desigualdad social y de ayuda a los más desfavorecidos, o que evitase la enajenación de terreno público y del patrimonio de todos para realizar unas obras faraónicas que no tienen sentido alguno en el tiempo en que vivimos.
Previamente al debate y votación de los presupuestos, se discutió sobre el Plan Económico Financiero (o plan de saneamiento según la definición de la Interventora General) que sustentaría este presupuestos y los de los tres próximos años. En dicho Plan se enumeraban una serie de medidas que no contaban con el apoyo de la oposición: notable incremento de los impuestos (en especial el de bienes inmuebles y de vehículos de tracción mecánica), subida excesiva en las tasas y precios públicos, destrucción de empleo (202 puestos de trabajo en los próximos 4 años) y despidos (al reducir en 1 día los servicios de recogida de basura y limpieza viaria). Los tres grupos de la oposición votamos en contra y el Plan Económico (o de saneamiento) fue rechazado.
Ahì debería de haber terminado el Pleno y así se lo hicimos saber desde la bancada de la oposición, porque el presupuesto carecía de soporte legal para su aprobación, pero el alcalde y el partido que le sustenta decidieron, inexplicablmente, continuar y que los votos particulares y el presupuesto fueran debatidos.
Ambos votos particulares fueron rechazados al abstenerse el grupo político de Izquierda Unida. Abstención necesaria también para continuar adelante, porque de haberse aprobado cualquiera de los votos particulares hubiese supuesto la devolución del proyecto a la Junta de Gobierno Local para que ésta elaborara unos nuevos presupuestos que presentar al Pleno. Abstención que, directa o indirectamente, ayudó a los planes del Partido Popular.
Durante la discusión del Prespuesto nuevamente se solicitó que quedara sobre la mesa, pero el Partido Popular siguiendo su plan a rajatabla, quiso continuar con el debate y la votación. ULEG decidió no oparticipar en la votación alegando que se trataba de una "pantomima" porque lo que pretendía el gobierno era aprobarlo en la Junta de Gobierno Local.
El PP lo tenía todo previsto. Su objetivo seguía estando vivo. Tan sólo tenían que abstenerse en la votación para que estos presupuestos, los suyos, fueran rechazados. Y así hicieron.
Forzaron la votación para saltarse lo establecido en la ley y agarrarse a una excepcionalidad que no era necesaria (los presupuestos hubiesen sido aprobados por 12 votos contra 11). Pero, claro, eso hubiese supuesto que el Pleno es quien decidiría sobre su aprobación definitiva y eso podría suponer gestionar los presupuestos de la mayoría social de Leganés, pero no sus presupuestos.
El uso torticero de la ley de la reforma local para alcanzar sus fines puede, y debe, dar más de un disgusto a los concejales del Partido Popular porque podrían estar cometiendo un fraude de ley, podrían estar ejerciendo un abuso de poder.
En política no todo vale. Las estrategias de salón siempre salen mal. Quien mucho corre pronto para. O, como digo mucho últimamente, si caminas mirando hacia atrás no verás el obstáculo que tienes delante.
Interpreten ahora ustedes la jugada (o las diferentes jugadas) y hagan sus propias valoraciones.
La lógica nos diría que si un mandatario no tiene el apoyo de su propio partido en unos presupuestos debería dimitir inmediatamente. Pero en Leganés hace tiempo que la lógica no funciona y son varios los actores que juegan a políticos de salón. Otros seguimos pensando que la política la hacen los hombres y mujeres. Con ellos estaremos siempre, buscando principios y coherencia. Pero 8 concejales de 27 no deciden en un sistema democrático. Necesitamos ser más.